En la oficina, en la fábrica, en la estación,
trabaja una mano con dedicación.
Planifica, lidera, enseña, cuida,
pero su sueldo siempre se queda a la deriva.
Ella madruga, estudia, no falla,
con años de esfuerzo, con voz que no calla.
Pero al mirar su nómina, en comparación,
descubre otra vez la misma ecuación.
Él gana más, aunque hagan lo mismo.
¿Será el talento? ¿Será el machismo?
Dicen que es casual, que es decisión,
pero el patrón se repite en toda nación.
Dicen que cuida más, que pide licencia,
como si el hogar fuera su penitencia.
Como si fuera un castigo maternar,
como si criar no fuera trabajar.
Las cifras no mienten, son frías y claras:
la mujer cobra menos...aunque haga más horas.
Y el techo de cristal, en lo alto espera,
mientras la igualdad llega...pero a su manera.
No basta un "lo siento", ni flores de abril.
Queremos justicia, salario sutil.
No queremos aplausos, queremos acción,
igualdad real no solo intención.
Que un día, al fin, sin lucha ni temor,
valgan lo mismo el sueño y el sudor.
Y que el trabajo, sin importar género o edad,
se pague con justicia,se nombre con igualdad.
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